Cuando empezamos a recibir clases de danza oriental, todas pasamos por lo mismo: miramos de entender y aprender las técnicas.
Con suerte algunos movimientos nos salen casi en la primera clase, pero la mayoría requieren cierto entrenamiento y tesón.
Os confesaré que el contracamello me salía de lo más natural, pero el camello se me quedaba encallado. Dos años después de asistir a las clases finalmente lo conseguí.
Los mayas, la famosa "L" o los elefantes, eran otros de los que me costó adquirir. Y persisto en perfeccionar en la medida de lo posible muchos de estos movimientos. Soy consciente de mis limitaciones, y que día a día he de luchar con mis obligaciones familiares y laborales, que son muchas. Así que no tengo mucho tiempo de ensayar, y cuando lo hago, la mayor parte de las veces es en breves momentos en los que no me ve nadie ( a excepción de mis hijos, que estan curados de espanto de ver a su madre bailar mientras cocina). Pues si, los dichosos camellos me salieron por primera vez delante de la campana de la cocina. (qué fashión!!!-digna de una superstar-).
Así que, sabiéndome de mis limitaciones, una intenta compensar mis movimientos algo apurados supliéndolos por una amplia sonrisa.
La sonrisa es lo más importante del baile. Y es una técnica que en clase, a veces olvidamos.
Para perfeccionar un movimiento se necesita tiempo y dedicación. Y si no dispones ni de una cosa ni de la otra, el mejor remedio es utilizar la técnica de la sonrisa .
Se trata de sonreir mientras se baila. No de poner la cara de contener la respiración hasta casi ahogarnos y ponernos azules, o de poner esa cara con dos ojos a punto de salir disparados del esfuerzo que se hace para perfeccionar ese dichoso movimiento que no sale.
NOOoooooooooooOOOOO!
Se trata de seguir ensayando pero sonriéndose a una misma, porque valemos todas más que la empresa L'Orêal.
Los espectadores no entienden de ochos, ni de camellos ni de contracamellos, ni de mayas, ni de brasileños....no entienden ni papa...pero cualquiera sabe apreciar una amplia sonrisa.
La sonrisa en el baile se convierte en el centro de todas las miradas....después quizás y con suerte, se fijen en el resto.
Así, que sonreid...y no dejeis de hacerlo aunque sea breve y una vez al día, por muy perro que sea el que estéis viviendo.
El baile, como la vida, es más lindo si se sabe sonreir....No dejéis de practicarla.